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Ascenso al buen arte

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Ascenso al buen arte

Por Germán Veloz Placencia

Fuente: Granma Digital

El Museo de Arte de Gibara acaba de reabrir. Casi diez años hubo que esperar por la rehabilitación que vuelve a poner a disposición del público nacional y de los visitantes de otros países un espacio revelador de costumbres cotidianas y del modo de pensar de familias residentes en esta localidad costera de la provincia de Holguín en el periodo 1880-1940.

Mostrar colecciones mayormente reunidas por lugareños y el hecho de que se corresponden con los años precisados, distingue a la institución de las otras de igual tipo en el país, que exponen objetos decorativos y utilitarios creados en la primera mitad del siglo XIX y en épocas anteriores.

Al insistir en las singularidades, María Chacón Pavón, directora del museo, aclara este es considerado por muchos expertos en arte como la Casa del Mueble Perilla.

«Estamos hablando de un estilo que predominó en Gibara desde el siglo XIX hasta el XX. Se identifica por elementos decorativos de carácter naturalista y de inspiración en la arquitectura neoclásica. Contiene, entre otras cosas, estilizadas flores y hojas de plantas, con balaustres torneados y terminaciones en forma de pequeñas perillas».

«La nuestra es una colección muy variada. Tiene, por ejemplo, los llamados Sillones de Viena, de la firma Thonet, con casa matriz en Austria».

Los objetos fueron acumulados durante años por familias que forjaron verdaderas fortunas al calor del auge comercial que tuvo Gibara en el siglo XIX. Es decir, el dinero abundante, el buen gusto y hasta la manía burguesa de presumir terminaron por favorecer el arte decorativo en esta ciudad, lo cual tiene referencias, igualmente, en los muebles de estilo artnouveau y neoclásico, así como en las colecciones de cristal Bacará procedentes de Francia, y en las de cerámica, facturadas en ese mismo país, así como en Inglaterra, Holanda, Alemania y Estados Unidos.

El museo reabrió con 13 salas expositivas. Dos constituyen dormitorios. Las demás se distribuyen entre vestíbulo, salas de estar, salones, baño, cocina y comedor, describe la funcionaria, quien agrega que, en el último de esos espacios, en elegante vitrina, exhiben parte de las 608 piezas de una vajilla Limoges, marca francesa de renombre.


En primer plano valiosa pieza de una de las colecciones de cerámica, en el segundo muebles y otros objetos decorativos. Foto: del autor

La mayoría de los objetos atesorados están aquí desde 1972, cuando la institución abrió como Museo de Ambiente Cubano. Antes de la inauguración, especialistas encabezados por Francisco Prat Puig (notable restaurador español radicado en Cuba desde 1939), ejecutaron un riguroso proceso de selección de las colecciones, las cuales habían pasado a manos del Estado al ocupar mansiones de personas que abandonaron el país, inconformes con el triunfo de la Revolución Cubana.

«Proteger tantos objetos valiosos durante los cerca de diez años que permanecimos cerrados no resultó fácil, pero valió la pena porque no sufrieron daños ni hubo extravíos», dice María con acento triunfal.

Con la compleja restauración asumida como inversión por el Centro Provincial de Patrimonio Cultural se ha devuelto la funcionabilidad a un edificio de estilo neoclásico construido en 1866 con dos plantas. Entonces la parte alta, donde está el Museo de Arte, dio lugar a dos casas. La baja, sede actual del Museo Municipal de Gibara (reabierto también el 20 de octubre pasado) fue destinado a almacén de productos varios.

En el rescate, junto con las acciones multidisciplinarias de ingenieros, arquitectos y operarios que dictaminaron y ejecutaron las tareas técnicas constructivas, a lo que siguieron las labores curativas y de restauración emprendidas por artistas y artesanos del Fondo Cubano de Bienes Culturales de la provincia,  resultó decisivo el empleo de la técnica de cierre de edificios mediante tensores de acero, donados por una entidad vasca, los cuales son apropiados para reparar inmuebles construidos sin elementos de traba en las partes altas.

Por estos días no cesan las visitas de gibareños y de personas en general procedentes de otros sitios. María Chacón y las jóvenes guías del museo invitan a remontar las escaleras de madera. Atentas y conocedoras advierten que arriba aguarda el buen arte.

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