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Buena Fe y su país de hermanos

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Buena Fe y su país de hermanos

Por Joel García

Fuente: Cubadebate

Para describir, narrar e interpretar el primer concierto del grupo Buena Fe en el teatro Karl Marx este fin de semana no hace falta pedir permiso a los especialistas de la cultura en el mundo periodístico. Basta solo haber estado sentado par de horas y formar parte del país de hermanos al que su líder Israel Rojas nos convidó a no renunciar nunca, en medio de una música que siempre invita a pensar y amar, como se piensa y ama Cuba desde lo más profundo.

Su última producción discográfica Sobreviviente fue un pretexto ideal o el anuncio de “lanzamientos” que ya conocíamos de sobra los “bateadores” del Coloso de Miramar, pues antes habíamos acompañado a Yoel Martínez e Israel a partidos similares con Dial, Corazonero, Déjame Entrar, Arsenal, Presagios, Catalejo, Extremistas Nobles, ? (3,14) y Soy, por solo mencionar casi todos los” batazos” exitosos de quienes pudieran calificarse sin temor como de los guantanameros más queridos en La Habana y en toda Cuba.

Ahora la presentación se llevó las cercas de la platea y los dos balcones del imponente teatro. Diría algún catedrático deportivo: “jonrón mediático y comunicacional”. La posibilidad de transmitirlo en directo por facebook hizo que se sumaran más de 30 mil usuarios, quienes dejaron más de tres mil comentarios en apenas dos horas. Por supuesto, “el average mayor” no se expresa solo en números, sino en la siembra, el reencuentro, la nostalgia y la felicidad que les dejaron en esos cubanos o amigos foráneos que lo vieron por esa red social, contagiados desde hace casi dos décadas con mucha Buena Fe.

Invitados precisos e imprescindibles como Casabe, Duany (cantante de Moncada) y Luna Manzanares lucieron tan brillantes como otros menos conocido pero que llenaron de “cuadrangulares” y aplausos el tiempo de música, porque lo hicieron desde el sabor argentino y colombiano, o desde un virtuoso saxofón, o en los minutos más emocionantes de la noche, cuando todos recordamos al bajista más acompañado y genial de la banda, Dayron, traicionado por un corazón caprichoso cuando su talento más florecía en el sonido y los arreglos del grupo.

Pero ya dije que de una escenografía con la mano genial de Fabelo detrás, de la dramaturgia excelente para repasar el repertorio más reciente sin olvidar el pasado, de la afinación o no de los cantantes, del manejo de las luces y de miles de exquisiteces más, están los críticos culturosos, no un estimulado periodista deportivo que escucha estos acordes desde que salieron de la tierra más oriental de Cuba con la mochila cargada de sueños y unas ganas tremendas de triunfar con la canción de autor, no la del “hit, doble o triple” fácil en la radio, sino la que obliga a pensar y clava sus pies en la sociedad que vivimos, sin verla perfecta.

Pero el momento culminante de la noche, que tal vez pasó inadvertido para unos cuantos, llegó cuando Israel (acostumbrado a comentar la naturaleza o nacimiento de muchos temas) usó su voz e inteligencia para hablar de Buena Fe y de su país. Dijo que dentro del grupo no todos eran iguales (lo cual es lógico) y que para rematar tampoco todos pensaban iguales (lo cual es también lógico). “Sin embargo, todos somos hermanos y así me gustaría que fuera siempre nuestro país, un país de hermanos”.

Ahí mismo pudo haberse acabado el concierto si hubiera querido. Lo dicho era una lección de cubanía, humildad, de amor a una idea, de poder dialogar desde la música con una nación que persiste en su proyecto social y que necesita de esas esencias como necesita de los cantos de Silvio Rodríguez y Omar Portuondo (dos ilustres que han grabado recientemente con ellos), la poesía de Mario Benedetti y la Música Vital que ensordezca a quienes censuraron el video clip de uno de los temas más universales y pegados en los últimos cuatro meses.

Buena Fe anunció que en el 2019 volverá al Karl Marx para estrenar un puñado de canciones más que seguramente rondarán el éxito como las decenas que ya lo son. A cada uno de sus músicos y a esa hermandad que es visible entre ellos lo más saludable es retarlos a que nunca cambien y estén atentos siempre para barrer la rutina con la mirada inconforme.

Ser capaz de entrar en la “caja de bateo” para pegar tantos “jonrones” desde la canción enamorada y comprometida como ellos lo hacen no se ve con frecuencia, máxime si recordamos la convivencia con lo peor del reguetón. Se lo asegura un convencido e inspirado periodista deportivo, que salió cantando nuevamente sus canciones y se autotituló, sin permiso de ustedes, su hermano de cubanía.

 

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