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Homenaje a Ambrosio Fornet en Feria del Libro: Magisterio y huella profunda en la cultura cubana

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Por Dinella García Acosta y Darío A. Extremera Peregrín

La narradora, ensayista, guionista de cine y crítica Aida Bahr calificó a Ambrosio Fornet, Premio Nacional de Literatura y de Edición, como “un hombre excepcional” durante un conversatorio celebrado este lunes en el Palacio del Segundo Cabo para homenajear al destacado intelectual y escritor que falleció el pasado 5 de abril.

El panel –compuesto por Norberto Codina, Arturo Arango, Manuel Pérez Paredes, Aida Bahr y Mercy Ruiz, y moderado por Cira Romero– evocó en anécdotas personales y valoraciones distintas facetas de la vida del autor de El libro en Cuba y Memorias recobradas.

Codina –poeta, editor, director de La Gaceta de Cuba durante más de 30 años y Premio Nacional de Edición 2021– recordó el vínculo de Fornet con la revista y la importancia de sus contribuciones, que empezaron con el cuento Yo no vi ná, publicado en 1962.

El magisterio de Ambrosio Fornet y las lecciones que dejó fueron el tema de las palabras de Arturo Arango, ensayista y guionista de cine.

Siendo estudiante universitario, Arango conoció a Fornet y advirtió la humildad y el respeto con que trataba a los colaboradores de la revista Universidad de La Habana, de la que fue jefe de redacción.

“El respeto también se expresaba en su manera de opinar sobre los textos, y luego comprendí que así era cómo Pocho se relacionaba con las personas. Ante él, ante su sabiduría, jamás me sentí disminuido o aplastado. Nunca lo vi encima del púlpito magisterial, porque esencialmente dialogaba, lo cual no excluía de sus criterios el comentario mordaz, punzante, irónico. Le bastaba con ser convincente, y por eso también fue respetado”, añadió.

En otro momento de su intervención, Arango recordó sus experiencias en el taller de guiones cinematográficos que convocó e impartió Fornet en el Icaic a finales de los ochenta.

Ante la inquietud de sus alumnos sobre qué podían escribir o no, cuáles eran los límites que debían enfrentar, Fornet les aconsejó: “Hagan la mejor obra posible, mientras más profunda y compleja es la obra, más difícil es ejercer sobre ella la censura”.

Ante un auditorio repleto de editores, escritores y familiares y amigos de Fornet, Manuel Pérez Paredes, director de El hombre de Maisinicú y Premio Nacional de Cine, comentó que Pocho también dejó su huella en el cinematografía nacional.

Ambrosio Fornet llegó al Icaic a finales de los setenta y escribió guiones de películas como Retrato de Teresa (en coautoría con Pastor Vega), pero su mayor relevancia en el cine cubano la alcanzó por sus aportes como asesor dramatúrgico y organizador y profesor de talleres de guion, explicó Pérez Paredes.

En 1991, se planteó la posibilidad de disolver el Icaic y fusionarlo con el ICRT y con los estudios de cine de las FAR para crear una sola entidad cinematográfica.

El Premio Nacional de Cine explica que fue un año complicado para Cuba y el mundo, y que coincidió con la proyección de Alicia en el Pueblo de Maravillas y las críticas posteriores a la película y al Icaic.

Fornet formó parte de un grupo que representó a los cineastas y trabajadores de ese organismo que no estaba de acuerdo con la decisión –relató Manuel Pérez Paredes–, y tuvo un rol destacado en los debates con la comisión gubernamental designada para escuchar y analizar esas inquietudes.

“Pocho fue muy hábil, inteligente, muy cuidadoso y muy firme en sus convicciones”, aseguró.

Una gran amistad unió a Aida Bahr y Ambrosio Fornet. La guionista afirmó que se quedó deslumbrada por la agudeza, el nivel de claridad con que explicaba y la comunicación que lograba establecer Fornet con las personas cuando lo conoció en un taller literario a principios de los ochenta.

Para la coautora del guion de En el aire, Pocho era capaz de enfocarse en lo particular, pero sin dejar de relacionar el contexto, algo de lo que pocas personas son capaces. Bahr aseguró que “eso le permitió ser, para mí, dentro de la narrativa, el crítico más grande de Cuba en el siglo XX”.

El libro en Cuba me enseñó que yo no sabía nada de la historia de Cuba. ¿Tú quieres conocer la historia de Cuba? Lee El libro en Cuba. Porque desgraciadamente padecemos mucho de convertir la historia cubana en la historia de los hechos bélicos, de la independencia, del movimiento social, y se nos olvida que la cultura forma a esta nación. Y El libro en Cuba es para mí uno de los textos más reveladores sobre la forja de la nación cubana. Es un gran regalo que nos hizo Ambrosio”, dijo la escritora.

Bahr añadió que “hay personas que son muy inteligentes, hay personas que son muy cultas, hay quienes son muy buenos comunicadores. Yo diría que Pocho tenía todo eso, pero, además, era sabio”.

“Era un hombre excepcional, y lo extrañaremos”, concluyó.

Como parte del conversatorio, Francisco López Sacha, narrador, ensayista y profesor de arte, presentó el libro de Ambrosio Fornet Cien años de cine en Cuba (1897-1997), editado por Ediciones Icaic.

López Sacha argumentó que ese es posiblemente el texto más acabado sobre las verdaderas razones por las que Cuba no tuvo un cine antes de la Revolución.

“Está estudiando de una manera brillante por qué un país subdesarrollado como Cuba en ese entonces no podía construir una verdadera industria de cine, porque tenía que revolucionar la sociedad, tenía que crear un público y una manera de expresar toda la cultura del país, y eso no estaba en el proyecto de los que se lanzaban a esa aventura de hacer cine en Cuba, excepto Díaz Quesada, tal vez”, afirmó.

La manera en que Fornet entiende en el libro cuál es la verdadera función que el Icaic cumpliría para poder hacer un verdadero cine cubano, le pareció extraordinaria a López Sacha.

En Cien años de cine en Cuba (1897-1997), Fornet afirma que el Icaic contribuyó a desmontar dos mitos: que en Cuba no podía haber una industria de cine y que en una sociedad socialista todo organismo oficial estaba condenado a ser burocrático.

Para Francisco López Sacha, quien lea Cien años de cine en Cuba… “está leyendo un estudio sociológico de la apreciación del cine cubano, un estudio semiológico también de los valores de cada una de sus etapas, y, al mismo tiempo, una manera controversial de acercarnos para comprender lo que el Icaic dejó y sigue dejando en la cultura cubana”.

“Para mí, es el maestro de la edición en Cuba. A él le debemos muchas generaciones de editores”, sostuvo. (Tomado de la UNEAC)

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