La cultura lo cura todo

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La cultura lo cura todo

Texto y Fotos: Laura Rodríguez Fuentes

Para Mauricio Figueiral y Adrián Berazaín, Villa Clara no resulta una provincia ajena. Casi todos los años regresan al centro del país para presentarse en el Festival de Trovadores Longina junto a los trovadores del patio. Sin embargo, esta vez vuelven con otro propósito: cantar para los damnificados del huracán Irma en una brigada que pretende llegar hasta los territorios más vulnerables, algunos, aún sin fluido eléctrico.

«No es la primera vez que participo en este tipo de evento», refiere Adrián. « Es la oportunidad de llevar mi arte y alegrar a quienes lo han perdido todo, o casi todo. Anoche estuvimos en Caibarién y, cuando llegamos, casi todos los vecinos comenzaron a salir de sus casas. Lo mejor es que les dejamos un recuerdo bonito, una sonrisa. Creo que, desde el punto de vista emocional, eso es muy importante, que la gente tenga este tipo de atención por parte de nosotros los artistas. Tratamos de que las canciones sean las más conocidas y las que tengan que ver con el momento».

El elenco de las presentaciones está integrado por ambos cantautores, dos magos, un humorista y el grupo Son del nene, encargados del cierre del espectáculo. Por su parte, Figueiral sugiere que dichos encuentros con barrios y comunidades de todo el país pudieran realizarse durante todo el año, y no solo tras el embate de fenómenos meteorológicos, con el fin de llevar a los poblados a músicos y artistas capitalinos.

«Para que no nos sienta ajenos, ni que nosotros sintamos ajenos sus problemas», confirma Figueiral. «Creo que esto va a favorecer el espíritu del país y de los artistas. El comportamiento humano es sorprendente: ha habido personas que nos han recibido como uno normalmente está acostumbrado, y otros con un poco de escepticismo, porque realmente tienen sus pensamientos puestos en sus problemas, que tienen envergadura real. Sin embargo, la progresión de un espectáculo hecho con humildad y sinceridad puede ir enamorando a la gente que tiene estas dificultades. Se trata de ir comprometiéndolos, endulzándolos, y que percibamos que esa noche van a dormir con un poquito menos de peso encima. Eso es muy reconfortante».

Cuando el joven Alberto Fernández Sosa se encontraba de gira junto al Circo Nacional de Cuba por la provincia, tuvo que abandonar la empresa tras el aviso inminente de ciclón tropical. Entonces, decidió unirse a este colectivo porque quedó con ganas de presentar sus trucos de magia ante un público que, aunque afectado materialmente, precisa de instantes que lo enajenen de las penurias cotidianas. «Esto es un trabajo social—comenta— Se trata de darles un poco de fuerzas a estas bellas personas, que sepan que hay que salir adelante en las situaciones difíciles. La magia atrae mucho a los niños. Me gusta verlos reír, disfrutar de cada acto. Estamos dispuestos a ofrecerles nuestro arte, pero si hace falta levantar un bloque, también lo hacemos».



Pedro Lugo Martínez, director de Son del nene, también cuenta con experiencia previa en zonas afectadas por siniestros climatológicos desde el paso del huracán Lili. «Le traemos un pedacito de nuestra alegría. Nos ha tocado la parte bailable», reafirma. «Que sepan que todo se puede resolver si se tiene esperanza, porque la música lo cura todo: el corazón, el alma…».