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Ministerio de Cultura a 45 años de fundado

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El Ministerio de Cultura de Cuba (Mincult), creado el 3 de diciembre de 1976 como parte del proceso de institucionalización de los Órganos de la Administración Central del Estado, en el país, surge con la responsabilidad de dirigir, supervisar y ejecutar la política cultural. De igual forma, se constituyeron las direcciones provinciales y municipales de Cultura, responsabilizadas con la aplicación de la política cultural a esos niveles.

Fiel a los principios de la Revolución cubana

El desarrollo de la cultura insular se ha mantenido fiel a los principios establecidos desde el triunfo de la Revolución, en enero de 1959. Preceptos que se sustentan en la esencia de nuestro modelo social, potenciador de la historia, el pensamiento y la cultura y su interacción con las condiciones socioeconómicas y políticas ideológicas de la actualidad.

Siendo así, el Mincult se interesa y promueve la reafirmación y desarrollo de la identidad nacional y la vocación universal y profundamente latinoamericana y caribeña de nuestra cultura; empresa en la que adjudica especial interés a la conservación y difusión del patrimonio, el reconocimiento a la diversidad, el fomento y estímulo a la creación artística y literaria, el respeto y apoyo al protagonismo y creatividad de las comunidades en la conducción de sus procesos socioculturales, y el reconocimiento al papel de la cultura en el impulso y orientación de las transformaciones socioeconómicas, entre otros objetivos.

Trece años después de su creación, este Ministerio ya había estructurado un proceso de reorganización a partir de la experiencia acumulada bajo la certera dirección de su fundador, el destacado intelectual y político cubano Armando Hart Dávalos (La Habana, 13 de junio de 1930-26 de noviembre de 2017); figura esencial en la consolidación de este organismo en el que se desempeñó como ministro hasta el año 1997, en que pasó a dirigir la Oficina del Programa Martiano, adscripta al Consejo de Estado.

Armando Hart

Armando Hart en la memoria del Mincult

En cualquier memoria o recuento de esta institución, habrá que dedicar un aparte a la evocación de Hart, quien con anterioridad también fue ministro de Educación del Gobierno revolucionario, en tanto formó parte de la dirección nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), y al crearse el Partido Comunista de Cuba en 1965 fue elegido miembro del Comité Central y del Buró Político.

Bajo la conducción del inolvidable líder revolucionario, quien tuvo una amplia obra dedicada al estudio de la figura histórica y el pensamiento de José Martí, el Mincult propició la instauración de nuevas instituciones como el Instituto Cubano de la Música, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, junto al Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos y el Instituto Cubano del Libro, la Casa de las Américas y otras surgidas con anterioridad, amén de los centros docentes, de investigación, de preservación y cuidado del patrimonio, de trabajo en la comunidad, y muchos más que se integraron al programa de la cultura cubana con sólidos principios de cubanía, patriotismo, independencia, convicción antimperialista, y de plena identificación con la idiosincrasia y las tradiciones del pueblo.

El legado de Hart fue observado por los siguientes titulares del sector hasta nuestros días, en que ocupa ese cargo el destacado editor y poeta Alpidio Alonso Grau, sin poder dejar de mencionar el desempeño, en tales funciones y durante dos periodos, del prestigioso político, editor, ensayista y novelista Abel Prieto Jiménez, quien dejó profundas huellas de sabiduría, inteligencia y sabio y eficaz ejercicio de dirección.

Sortear disimiles obstáculos

El Mincult ha logrado sortear disimiles obstáculos durante su existencia, entre estos el enfrentamiento al bloqueo —prácticamente desde el principio del triunfo revolucionario hace más de 60 años— impuesto a la Isla por el gobierno de Estados Unidos, debido al cual todos los sectores de la sociedad han sido afectados, incluyendo la cultura, sobre todo en aspectos tan sensibles como la promoción internacional de los artistas e intelectuales, la imposibilidad del intercambio cultural entre los artífices de ambas naciones, la negativa a favorecer los permisos de comercialización de obras, y la trabas para la  adquisición de tecnologías de punta para el desarrollo de manifestaciones como el teatro, el cine o la música; así como de materiales y otros medios para el aprendizaje de las nuevas hornadas de creadores a través de la enseñanza artística.

Sin embargo, a pesar de tales adversidades, el sector de la cultura no ha detenido el avance de sus objetivos y prosiguió su desarrollo en favor, en primerísimo orden, de hacer accesible y comprensible la Cultura entre los cubanos, y desvincularla de la imagen de derecho exclusivo de las élites o de cierta zona de la “intelectualidad”. En tal sentido, un informe de la UNESCO dado a conocer en el año 1998, precisa que “la política cultural que deriva del proceso revolucionario, es la de recuperación de la cultura que portan originalmente las clases oprimidas, ahora en condiciones de expansión y desarrollo y liberadas del contexto e ideología colonizadora o imperialista”.

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Batalla de Ideas: importante revolución de la cultura

Vale destacar que, a partir del año 2000 en este sector, como en otras esferas de la vida socioeconómica de la Mayor de las Antillas, se produjo una importante revolución de la cultura, estrechamente relacionada con el programa conocido como Batalla de Ideas, caracterizado por una extraordinaria ofensiva de movilizaciones físicas e ideológicas, motivadas por el secuestro del niño cubano Elián González por la mafia cubano-estadounidense. Este proceso originó un movimiento de culturización, fundado en las bases de la identidad patriótica y revolucionaria, cuyo gran protagonista fueron los niños, jóvenes y hombres y mujeres de este país.

Con valor, firmeza y el espíritu rebelde heredado de José Martí y Fidel Castro Ruz frente a los designios anexionistas promovidos por la política norteamericana, el Mincult constituye hoy, en representación de los artistas e intelectuales cubanos, fuerte  escudo y espada de la nación, en el empeño de elevar la cultura de la población a través de disimiles proyectos, como el estudio, reconocimiento y rescate de las raíces culturales, la investigación del folklore; la ejemplarizante estructuración del sistema de enseñanza de las artes, desde el nivel elemental, hasta el superior, donde se han formado sobresalientes figuras de renombre nacional e internacional; amén de la instauración de las escuelas vocacionales de arte y las formadoras de instructores  en todas las provincias. Al respecto, vale subrayar que hoy existen en Cuba más de 2 mil 500 promotores culturales profesionales que se desempeñan en Consejos Populares y asentamientos poblacionales, y existen 360 proyectos socioculturales.

Encomiable labor

Capítulos aparte merecen los ingentes esfuerzos de este organismo en el fomento y desarrollo de la cinematografía nacional, empresa de la que surgió el prestigioso Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana; el interés por incentivar los hábitos de lectura y la producción de libros, del que emanó la no menos reconocida Feria Internacional del Libro de La Habana, que hoy se extiende por toda la geografía insular; además  de los programas de atención cultural en apartadas zonas rurales y montañosas y la introducción de las nuevas tecnologías en los procesos de creación y promoción artística y literaria.

Asimismo, es justo reconocer la encomiable labor desplegada por el Mincult en el apoyo a la vanguardia artística en su humana labor de enfrentamiento a la Covid-19, a través de su entrega al arte que cultivan, páginas inolvidables de estos tiempos de pandemia que pasarán a la historia como uno de los acontecimientos más hermosos en la vida de este organismo.

Hoy la cultura cubana —revolucionaria, soberna y antimperialista— se admira y respeta en todos los rincones del mundo, incluso dentro de los propios Estados Unidos, motivo por el cual ha derivado en punto de mira para quienes pretenden destruir este gran logro de una política diseñada y magistralmente conducida por el líder eterno Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, promoviendo campañas difamatorias contra algunos de nuestros más connotados artistas, además de incentivar el odio y la desidia dentro de este sector.

Malsanas intenciones de los enemigos de la Cultura revolucionaria

En una de sus alocuciones en el 49 Festival Internacional Cervantino, efectuado en la ciudad mexicana de Guanajuato —donde desempeño un rol diplomático sin precedentes en este tipo de encuentro—, el ministro Alpidio Alonso apuntó que para “tales empeños subversivos, orquestados en Washington y Miami, con la malsana intención de presionar a los intelectuales y periodistas, se dedica mucho dinero, el cual es igualmente utilizado para desacreditar y calumniar a la Revolución, y para decirle al mundo infinidad de mentiras sobre  Cuba, a la que quieren presentar como un país inestable donde acontecen cosas tremendas o existe un enfrentamiento con las instituciones.

Una de esas malsanas intenciones estuvo recientemente dirigida a boicotear a la Bienal de La Habana, una de las más prestigiosas citas de las artes visuales de este hemisferio, que se exhibe ante el mundo como otra conquista del programa revolucionario de la Cultura Cubana, fallido propósito que al término de la primera etapa del evento ha demostrado que continuará desarrollándose con total éxito hasta finales del mes de abril del 2022.

No alcanzarían ni las cuartillas ni el espacio para acercarnos, de forma objetiva y mínimamente abarcadora, a la infinidad de conquistas del Mincult en el terreno de la cultura, en defensa de sus creadores, y en beneficio del pueblo para el cual piensa y ejecuta sus proyectos, también como valiosa arma en defensa de esta Revolución.

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