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Minnesota en los sonidos de Cuba

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Minnesota en los sonidos de Cuba

Por Pedro de la Hoz

Fuente: Granma Digital

Al anunciar la gira de la Sinfónica Juvenil de Minnesota (MYS por sus siglas en inglés), su director Manny Laureano declaró: «Siento un gran placer al propiciar el contacto a lo grande de nuestros estudiantes con los paisajes y los sonidos de Cuba».

El deseo comenzó a hacerse real el último domingo en la sala Covarrubias. Los jóvenes integrantes de la agrupación se ganaron el aprecio del público y compartieron la idea de que es posible y deseable un fecundo vínculo cultural entre el pueblo norteamericano y el de la Isla, pese al recrudecimiento de la hostilidad anticubana por parte de la actual administración estadounidense.

Esta fue la primera estación del periplo insular de la MYS: este miércoles 28 se presentará en el teatro camagüeyano Avellaneda y el jueves 29 en la sala Dolores, de Santiago, siempre a las 8:30 p.m. La colaboración entre el Instituto Cubano de la Música, el Centro Nacional de Música de Concierto, la organización Classical Movements y las autoridades y patrocinadores del estado de Minnesota marcó pautas que deben ensancharse en el futuro.

El respeto y la sensibilidad con que la compositora Shelley Hanson se aproximó a la obra de Alejandro García Caturla se reflejaron en la ejecución que abrió el programa.

A Hanson le encargó en 1999 la orquesta una partitura que abordara temas latinoamericanos. Así nació Islas y montañas, suite cuya sección final tituló La tumba de Alejandro García Caturla, en homenaje al autor remediano. Ella quedó impresionada con la modernidad del pensamiento musical de Caturla, y lamentó su trágica muerte a manos de un asesino que atentó contra la rectitud moral de quien alternó la música con el ejercicio de la judicatura. A partir de los cantos fúnebres de la liturgia yoruba —Oyá, dueña de los remolinos, las centellas y las puertas del camposanto—, Hanson concibió una obra de tintes dramáticos muy bien orquestada.

Comoquiera que la misión de la MYS es formar al más alto nivel músicos destinados a ocupar posiciones en las cada vez más competitivas agrupaciones norteamericanas —incluyendo la de Minnesota, que nos visitó en el 2015—, el programa contó con una de esas páginas suculentas e infaltables en los repertorios de este tipo de organismos: la Segunda sinfonía, del compositor ruso Serguei Rachmaninov.

Pero, sin lugar a dudas, los momentos más emotivos transcurrieron cuando a la orquesta se integró el pianista cubano Nachito Herrera, radicado en Minnesota, en calidad de solista. La selección del Concierto en Fa mayor, de George Gershwin, no solo testimonió la proverbial fuerza e ingenio del compositor de Rhapsody in Blue y Porgy and Bess, sino también el temperamento de un intérprete que sabe sacar partido a pasajes que rezuman las esencias del origen del jazz.

Estimulado por la favorable reacción del auditorio, Nachito fue por más y reveló su irreductible cubanía. Introducida por un preludio romántico y coronada por una recia descarga, entregó Cuba, qué linda es Cuba. Al llegar a los versos que rezan Un Fidel que vibra en la montaña / un rubí, cinco franjas y una estrella, el pianista animó al público para que proyectara con sus voces a coro esa declaración de fe. Y luego, con la MYS, interpretó Danzón, de García Caturla, como para confirmar el sello de una identidad.

Este miércoles a las 8:30 p.m. habrá en la sala Avellaneda otro auspicioso encuentro entre orquestas de Cuba y Estados Unidos: la Sinfónica de Stanford, bajo la batuta de Anna Wittstruck, ejecutará un programa a base de partituras de Beethoven , Stravinsky y el cubano Guido López Gavilán. En la escena estarán, además, integrantes de la Orquesta de Cámara de La Habana, que dirige Daiana García y el Ballet Lizt Alfonso.

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