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Repiten el guion de golpe blando y vuelven a fracasar

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mart

Una nueva provocación contrarrevolucionaria tuvo lugar en la mañana del miércoles frente al Ministerio de Cultura, cuando un grupo de personas, la mayoría conocidos cibermercenarios al servicio del Gobierno de Estados Unidos, protagonizaron un show mediático a partir del reeditado guion del «necesario diálogo» entre las instituciones y los artistas, diálogo que este grupo de personas ha saboteado repetidas veces y que, en verdad, no les interesa realizar, como ha quedado demostrado desde el 27 de noviembre de 2020.

El show perseguía generar un clima de violencia y caos que permitiera vender al mundo la imagen de una institucionalidad divorciada de los creadores, de los artistas, y fomentar el rechazo a nuestros funcionarios, a quienes se pretendía presentar como personas violentas, cerradas a cualquier entendimiento.

Todo estaba ensayado hasta el detalle. Los supuestos creadores descontentos –en realidad, en el lugar, los artistas representaban una minoría, pues la mayoría de los presentes eran miembros de la prensa de alquiler al servicio de los intereses de EE. UU.–, no tenían intención alguna de reunirse con los funcionarios del Mincult. Las constantes invitaciones realizadas por uno de los viceministros, ni siquiera fueron escuchadas.

La misión a cumplir, trazada de antemano, era, mediante el desacato y las acciones provocativas, obligar –de alguna forma– a las autoridades a actuar; buscaban un «choque», que las tensiones se desbocaran y se perdiera el control.

Fue una táctica de manual. La idea era quedarse en el sitio, plantarse, llamar la atención, usar a los medios que formaban parte del performance, para generar matrices de opinión favorables, convocar a más actores mediante las redes sociales y construir un pequeño Maidán en el Mincult, ese viejo, y tantas veces malogrado, sueño de la CIA de repetir en La Habana los sucesos de Kiev.

Según el manual del Center for Applied Nonviolent Action and Strategies (Canvas), el laboratorio sociopolítico y de subversión de SrdjaPopovic, fundador junto a Slobodan Dinovic del movimiento Otpor que, en el año 2000, contribuyó, bajo órdenes y financiamiento de la cia, al derrocamiento del presidente de la República Federal Yugoslava, Slodoban Milosevic, una de las primeras tareas a cumplir para desarrollar un «golpe blando» es, precisamente, «generar focos de desacato, violencia y caos», asediar a las instituciones gubernamentales, a los funcionarios y trabajadores, sembrar la zozobra, la desconfianza y el miedo.

Lo que ocurrió frente al Mincult forma parte de esa estrategia de guerra «no violenta» contra Cuba, un intento más para generar el detonante necesario que la haga posible.

Una verdadera «jauría», como está previsto en estos casos por el manual de Gene Sharp y el ya mencionado de Canvas, se lanzó de inmediato, cumpliendo milimétricamente con las instrucciones, a denigrar y a acosar a los funcionarios cubanos y a victimizar a los participantes en la acción anticubana.

No podía faltar la «preocupación» de la Embajada de EE. UU. en la capital cubana, expresada en un tuit que no parece hecho en La Habana, por lo alejado de la realidad de los sucesos ocurridos en la mañana del miércoles en el Ministerio de Cultura. La realidad que esconden en sus manuales los creadores, financistas y promotores de esta forma de agresión, es que se trata de una maniobra de acción violenta e injerencista, para producir «Golpes de Estado» que conduzcan al establecimiento de «Estados fallidos» en manos de «gobiernos de transición», incapaces de enfrentar en el terreno militar a EE. UU., por lo tanto, fáciles de ocupar y avasallar.

Como se ha denunciado en otras oportunidades, lo que buscan es crear las condiciones para una intervención directa en Cuba, estilo 1898, presentándose como «salvadores» de un país en caos. Escoger la fecha de la víspera del natalicio de José Martí fue calculado como elemento a su favor por quienes desconocen la historia de nuestro país. Para los cubanos, Martí es símbolo de independencia, es un llamado perenne a ser fiel a sus ideas, esas ideas que llevamos los revolucionarios en el pecho y que hacen fracasar, una y otra vez, los planes del imperio y de sus mercenarios.

Fuente: Granma

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