El estreno de Sergio y Serguéi, en esta urbe oriental cubana, nos presenta hoy una historia enmarcada en la gran crisis económica en el país y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Reflejo de conflictos humanos, el largometraje que tuvo su primera presentación en el Toronto International Film Festival en 2017, pretende mostrarnos "no una película del espacio, sino una propuesta donde nosotros fuésemos el centro", explicó su director, Ernesto Daranas en conferencia de prensa, desarrollada en esta urbe patrimonial.
La historia de un cubano radioaficionado, profesor de marxismo, y Serguei, el último cosmonauta soviético que se encuentra casi olvidado en la averiada estación orbital Mir, "procura la zona de confluencias de lo bueno y lo malo en la propia connotación espiritual que significó el periodo especial en Cuba; más allá de las carencias, en la búsqueda de la espiritualidad nacional", sentenció Daranas.
"Tengo obsesión por la matriz emocional y cultural, porque somos mejores que esas necesidades que nos propician los tiempos duros; además el filme muestra cómo eramos y pensábamos 30 años atrás", comentó el también director de Los dioses rotos (2008).
La película que comenzó su realización desde 2015, resulta una coproducción de Mediapro, RTV Comercial y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en asociación con Wing and a Prayer Pictures y Westend Films, y fue rodada además de La Habana, en Barcelona.
El equipo de trabajo tras un largo proceso de documentación, supo manejar la confluencia de tres idiomas: ruso, español e inglés; y contó con el talento de jóvenes artistas egresados de las escuelas cubanas de arte como Alejandro Menéndez, quien pensó en la obra como "una necesidad narrativa donde se pretende ver principios de los 90 desde la nostalgia familiar y el carácter constructivo".
Héctor Noa, en la interpretación de Sergei Krikalev, asegura que "ha sido un reto por la complejidad de la ingravidez y el aspecto físico que demandó el personaje, ello además de los diálogos en ruso".
Al reconocido actor cubano se sumó en la película el actor norteamericano Ron Perlman, a quien Daranas calificó de extraordinario profesional y ser humano.
En el amplio taller teórico sobre el largometraje que brindan sus realizadores, se hizo la presentación del cartel serigráfico de la producción, diseñado por Raúl Valdés (Raupa), y que refleja una bicicleta encargada de propulsar un cohete ruso.
El propio artista comentó en la web oficial de la película que "es un punto de comparación entre la magnitud de la URSS (un cohete que vuela al espacio) y el tamaño de una bicicleta; el empuje de un cubano común levanta el cohete al espacio, después de aquellos tiempos donde todos quisimos ser cosmonautas".
La cinta mereció premios como el de la popularidad en los festivales internacionales del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana (diciembre de 2017) y de Gibara, y el Cinelatino Touluse, de Francia.
Además resultó la mejor historia en el certamen de Centroamérica y el Caribe, y en Panamá la película fue realzada, luego de contar con la preferencia del público de la mayor de las Antillas.
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