Mientras el presidente Miguel Díaz-Canel pide a sus compatriotas más responsabilidad, a nuestro personal de la Salud luchar contra el agotamiento y echar pa´ lante, y augura que será un mes de agosto difícil en el enfrentamiento a la pandemia, a miles de kilómetros de la Patria, - del otro lado del mundo-, un pequeño grupo de atletas cubanos hacen historia con sus resultados deportivos y ya han situado a nuestra pequeña nación con mejor actuación olímpica que la anterior cita de Río de Janeiro para demostrar que, aún en condiciones muy complejas, somos de Patria o Muerte.
Desde el pasado julio la COVID-19 ha pegado fuerte en el país, y en lo que va del actual mes ha comenzado con cifras altas de contagios y también de fallecimientos. A tenor con este escenario, Cuba modificó sus protocolos sanitarios de atención a confirmados, contactos y sospechosos y estableció las pautas para los procedimientos a seguir en cada caso, la optimización del uso de los recursos materiales – entre ellos los medicamentos-, e insertó como un elemento diferente el ingreso domiciliario, modalidad que se utiliza en todo el planeta y requiere un exhaustivo seguimiento en la atención primaria y secundaria de salud, desde los médicos de la familia hasta los diferentes especialistas.
En este contexto, llegan los buenos resultados deportivos cubanos, un bálsamo para el país en medio de una batalla campal contra el virus, que no solo es dentro de fronteras, sino resulta una característica del resto del mundo hoy. Según ha trascendido, las medidas sanitarias en Tokio son extremadamente rigurosas dentro de la Villa Olímpica y también entre todo el personal que trabaja en los juegos, incluida la prensa, lo que hace más estresante el andar de cada atleta durante la competición.
Y como siempre ha sucedido en medio de los llamados eventos múltiples del deporte, Cuba es una de las naciones privilegiadas, no solo con los resultados alcanzados entre las naciones del Tercer Mundo, sino también por la posibilidad de poder disfrutar de la actuación de sus atletas durante la cita estival.
Tanto la prensa escrita como la Radio y la Televisión cubanas han llevado detalle a detalle lo acontecido en Tokio, incluso la ceremonia de inauguración de los Juegos, algo que no sucede igual en el llamado Primer Mundo y menos aún en las naciones subdesarrolladas. Ese esfuerzo colosal del país - que por cierto cuesta y bastante-, es también la demostración de la importancia que Cuba le concede al deporte rama a la que también hemos tenido que mantener con mucho sacrificio y ya saben el por qué.
Ahora el agradecimiento se multiplica cuando en medio del aislamiento físico que exige la pandemia, muchos nos encontramos en casa, y las medallas y buenas actuaciones de los deportistas cubanos nos llegan como un balón de oxígeno que estimula, enaltece y aprieta corazones cuando se trata de alcanzar y luchar por metas y propósitos de la mano de la voluntad, la perseverancia, el trabajo fuerte y consistente, la inteligencia.
Detrás de cada hora de transmisión por televisión o radio no solo hay un grupo de directivos, profesionales, técnicos que en Tokio y La Habana que aseguran todo lo necesario, sino también gastos que asume el país para fomentar la recreación sana, la información y el disfrute de la población durante una etapa veraniega muy atípica, difícil y compleja.
Cada narración que emociona, cada imagen de la bandera en lo alto del mástil en Tokio, cada ocasión en que escuchamos las letras de nuestro glorioso Himno y de las declaraciones de nuestros atletas y sus familiares, incluso cuando sufrimos cuando no se obtiene una medalla, es como si en ese minuto o segundo, Cuba toda se uniera en un solo corazón, latiendo fuerte y rápido, pero también seguro.
Y mientras nuestra embajada atlética nos llena de alegría y vibramos junto con sus actuaciones, en esta Cuba que está lejos pero a la vez cerca de los nuestros en Tokio, miles de personas en otra gran avalancha de corazones, empujan fuerte para desde las zonas rojas, buscando alternativas, reinventado protocolos sanitarios, contando cada recurso que tenemos, quitándoles horas al sueño, entregándose en esfuerzo y también con inteligencia, para poder ganar esta batalla más temprano que tarde que no es en un tatami, ni el ring, ni en la pista… es una batalla por algo más importante: la vida.
Cada uno en lo que le toca, pone todo su corazón. Eso nos llevará a vencer.
Fuente: Radio Rebelde
