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Alpidio Alonso, entre sus cosas de siempre

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Siempre he pensado que la mejor manera de presentar a un poeta, es a través de sus propios versos. Hay muchos poemas de Alpidio Alonso con los cuales me identifico, en los cuales me reconozco, porque tienen ese curioso hálito que solo existe en los ámbitos espirituales de los pueblos pequeños, esas patrias íntimas que forman parte de nuestra identidad.

Hay frases, giros metafóricos, colores y olores que solo son posibles allí en esa comunión con el viento y el fuego y la lluvia que parece nacer del penacho irredento de las palmas, o del canto libre que funda la madrugada. Uno de esos poemas es el titulado Venegas, donde el poeta canta anclado en la nostalgia del porvenir, donde prefigura un hipotético día del futuro, en que se ve a sí mismo descendiendo del tren, rodeado de la más absoluta y dolorosa soledad. He aquí el poema.

Un día habrá

En que baje del tren

Y no haya nadie esperándome.

La calle vacía hasta la estación,

Las casas a ambos lados,

Sin nadie parado en el poste de la luz

Donde, aunque no se vea –lo sé-,

Siempre está esperando mi madre.

Ningún niño

Corriendo a saludarme

Gritando mí nombre,

Mientras a mi espalda

El ruido del tren

Se va

Alejando.

Ese día habré empezado a envejecer,

Ese día

Que, entre mis cosas de siempre,

Pareceré un extraño.

El poeta se ve llegar desde algún espacio real o un sitio de la memoria. Es el que regresa, el que espera encontrar en las calles que huelen a los días de su infancia, a los amigos que dejó, a los niños de ahora que gritarían su nombre y lo rodearían, pero descubre que no hay nadie, que por las calles solo cruza el viento, y en el poste del alumbrado eléctrico, el mismo madero en el que tal vez un día contó hasta cien para que sus amigos se escondieran, solo estará su madre, oculta para otros ojos, pero visible para el latir de su sangre.

En esos versos, repito, Alpidio Alonso, el poeta que nos acompaña y a quien tendremos el placer de escuchar, nos revela que cuando el hombre es atrapado por la soledad, cuando las cosas que han nutrido su andar cotidiano no lo salvan de ser o parecer un extraño, entonces empieza a envejecer.

No creo que el poeta se refiera a la vejez que arruga la piel, que hace lento el paso, torpe la vista, débil la memoria; estoy seguro que habla de esa senectud que nos atrapa cuando descubrimos que la vida nos arrastra al margen, cuando ya no somos parte del bullir cotidiano.

Alpidio es un poeta que prefiere el tono de la intimidad, que se pregunta y nos pregunta de dónde venimos, que reflexiona sobre el destino del ser, sin concederle espacio al trascendentalismo metafísico, sino viendo lo trascendente en lo cotidiano.

Alpidio Alonso Waldo Leyva Cervantino

Alpidio Alonso junto a Waldo Leyva en México, donde asiste al Festival Internacional Cervantino

Cuando nos acercamos a su obra, a su modo de hacer, descubrimos que pertenece a los que no desdeñan ninguna de las posibles maneras de encontrar la poesía, a los que saben que esta escurridiza vibración del espíritu pude habitar en cualquiera de las formas en que decidimos construir el poema y es por ello que en sus libros conviven, como en casa propia, la décima, el soneto y el verso libre.

Alpidio sabe que el verso es solo el vehículo, el instrumento del que se vale el poeta para encontrar esa sombra de la memoria que es la poesía. 

Autor de una reconocida obra que incluye los libros: La casa como un árbol; Alucinaciones en el jardín de Ana; El árbol en los ojos; Ciudades del viento; Tardos soles que miro; Idas. Es, además, autor de la compilación: El tiempo está a favor de los pequeños. Versos cubanos para Roque Dalton. Forma parte del catálogo de varias  antologías de poesía cubana editadas en Cuba y en otros países.

Poemas suyos han sido traducidos a varios idiomas. Alpidio es, también, un reconocido editor cubano, fundador y director de diversas revistas literarias entre las que destaco Amnios, considerada una de las mejores publicaciones periódicas dedicadas a la poesía.

Estoy seguro que el público que nos acompaña hoy sabrá apreciar en su justa medida la obra de este poeta que tiene a la poesía como patria y a la patria como el sitio más alto y hondo de la poesía.

 

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