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Ballet Español de Cuba: tradición en cada gesto

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Ballet Español de Cuba: tradición en cada gesto

Por Toni Piñera

Fuente: Granma Digital

El primer Festival Internacional de Danzas Españolas y Flamenco, en saludo al aniversario 30 del Ballet Español de Cuba (BEC) ancló con todas sus fuerzas en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso desde el 2 de noviembre, y se mantendrá durante esta semana, hasta el día 12 en el coliseo de Prado y San Rafael.

Las primeras imágenes acercaron a la centenaria escena muchos recuerdos: Aquel brujo amor, coreografía del primer bailarín y director Eduardo Veitía, en una versión sobre el original de Gregorio Martínez que en homenaje al aniversario 50 del fallecimiento del compositor español Manuel de Falla, el Ballet Español de Cuba estrenó en 1996. Una puesta en escena donde se combina con acierto el gesto, la danza y la emoción.

Y en la segunda jornada apareció la gala Lo Clásico Español en Concierto, dedicada al Certamen de Coreografía de Madrid. En ella, el director Eduardo Veitía alcanzó el Segundo Premio en su edición del año 1992, con la pieza Sonata y Fandango, que regresó a las tablas esa noche con un conjunto de obras que hicieron vibrar la sala García Lorca.

La magia hispánica, aderezada con los recuerdos y las tradiciones, que marcan nuestra identidad como cubanos, vistió sus mejores galas de la mano de una compañía renovada, pero que lleva en sí la huella de quienes la fundaron hacia 1987, entre otros: la maestra Alicia Alonso, Olga Bustamante, el propio Veitía y muchos otros nombres que están grabados en sus raíces.

El tiempo ha pasado, pero las nuevas generaciones siguen al ritmo de las anteriores, y cada obra fue una evocación de los maestros, bailarines, maîtres, que dejaron sus sueños y esfuerzos en esta empresa. Sonata y Fandango vivió un momento de singular profesionalismo y elegancia, de la mano de las primeras bailarinas Leslie Ung/Diancy Martínez junto con Lorena Martínez, Gretcheen Guerra y al piano Daniel Martínez, para llevarnos a otra época del BEC.

Pasaron por la noche, con su carga de tradiciones y también de contemporaneidad, esa que sale a flote en muchas de las creaciones de la compañía para subrayar que no se olvida pero que respiran en su tiempo recordando el ayer, piezas emblemáticas que han vestido el género en el tiempo: Sonata en re, de Pablo Egea; Castilla, de Eduardo Veitía, y música de Albéniz, interpretada al piano por Daniel Martínez, y en la flauta Annara García/Helen González; Danza de la vida breve, que contó con la presencia del maestro guitarrista Luis Manuel Molina, quien con tino «bordó» en las cuerdas la música de Manuel de Falla, y fue bailada con pasión por la primera bailarina Claudia González; Sevilla y el tiempo, un fragmento de la obra, que en homenaje al pintor Servando Cabrera en su aniversario 85, creara el director del BEC, y donde los bailarines Ricardo D. Quintana (primer bailarín) y el juvenil Yohan L. García dejan una impronta, así como Asturias y Las bodas de Luis Alonso, ya clásicos del BEC en los que la agrupación desata toda la energía, fuerza y ritmo para subrayar que está viva luego de tres décadas de existencia. Obras, en una palabra, inolvidables que hicieron sentir desde las tablas una pasión genuina que ha cruzado océanos y latitudes para sonar hondo en los corazones

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