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Contrapunteo: La radio en Cuba, su historia y desafíos.

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Contrapunteo: La radio en Cuba, su historia y desafíos.

Por Pedro de la Hoz

Fuente: Noticiero Cultural

La cultura radiofónica cubana es un hecho incuestionable. No se trata únicamente de tomar en cuenta los 95 años de su existencia en nuestro país, cumplidos este martes 22 de agosto, sino de una vastísima experiencia que tiene que ver con modos de hacer y recibir sus mensajes. Porque no se puede concebir la radio sin el auditorio que la escucha, muchas veces determinante en las propuestas del emisor.

Un día como el de hoy todo debería ser elogio y alabanza, honrar la memoria de los hombres y mujeres que a lo largo de más de nueve décadas han dedicado sus vidas a la radio cubana. Cabría exaltar el patrimonio acumulado y los hitos renovadores que se han sucedido en el tiempo. El nacimiento de la radionovela y de programas humorísticos clásicos.

La huella registrada de los más destacados músicos y la perdurabilidad de emisoras de recio linaje. Singularidades como un canal continuo de noticias, dígase Radio Reloj, y otro dedicado a la música clásica, CMBF, que ha ampliado su perfil a otras expresiones artísticas. La narración de sucesos deportivos memorables y la cobertura de situaciones de emergencia con altura y profesionalidad. Una red de emisoras que cubre el archipiélago, con una proyección territorial que pone su acento en el vínculo con las necesidades informativas y recreativas de sus respectivas comunidades.

Dicho sea esto sin obviar una de las grandes fortalezas del medio entre nosotros: su íntima relación con el proceso de transformaciones revolucionarias y la construcción de la Patria. Radio Rebelde desde la Sierra Maestra es el emblema mayor, y como paradigmas la lucidez con que Fidel y el Che asumieron y alentaron el papel del medio como herramienta para la información oportuna y veraz, la orientación precisa y la formación de conciencia.
Pero también en un día como el de hoy estamos en la obligación de reflexionar acerca de lo mucho que todavía se puede y debe hacer en favor de la radio y sus públicos.

Me detendré en un par de aristas. Una tiene que ver con el lenguaje mismo de la radio. Si bien existe una voluntad innovadora en no pocos realizadores, la rutina, el estancamiento y la autocomplacencia se hacen audibles también en no pocos espacios que se conforman con apelar a fórmulas repetitivas, convenciones gastadas y recursos vencidos. No toda propuesta desde luego, tiene que ser experimental ni transgresora, pero sí cada salida al aire merece estar acompañada por un espíritu analítico y autocrítico, en lugar de proclamar, como hacen algunos, que son los mejores, los más escuchados, los más esto, los más lo otro.

Un segundo planteamiento apunta a la necesidad de desterrar prácticas que estimulan la banalidad y el consumo acrítico de ciertos productos. Los porcentajes en la difusión musical, por ejemplo, no aseguran calidades ni la defensa de nuestra identidad. Un 70 u 80 por ciento de música cubana en el balance de una programación no pasa de ser mera estadística que nada dice de la calidad o mediocridad de los contenidos. Las justificaciones siempre aparecen: le damos al oyente lo que este pide. Pobre medida esta de relación entre la emisión y la audiencia.

A propósito de estos días de celebración por el aniversario 95 de la Radio, tenemos que recordar y defender otro hecho incuestionable: la radio es cultura.

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