Por Maykel José Rodríguez Calviño

Fuente: La Jiribilla

Variaciones sobre temas de Matisse es el nombre de la exposición que en estos momentos días acoge el Centro de Arte de Holguín. La muestra curada por Ángel San Juan, Josvel Vázquez y Daile Escalona atrae la atención de críticos, especialistas y públicos en virtud de su riqueza iconográfica y el trepidante colorido presente en gran parte de las obras. No obstante, el atractivo se identifica al descubrir el nombre de su protagonista. Se trata de Cosme Proenza Almaguer, uno de los pintores cubanos más aplaudidos dentro y fuera del país.

La obra de Cosme ha sido enmarcada dentro de la llamada pintura posmedieval cubana, maniera pictórica que irrumpió en nuestro panorama visual a finales de los años noventa. El retorno al oficio académico, al tenaz ejercicio cuasi artesanal frente al caballete y el constante reciclaje de motivos iconográficos procedentes del arte europeo medieval, renacentista y barroco cuentan entre las prerrogativas de esta polémica tendencia conceptualizada por el crítico e investigador Jorge R. Bermúdez. Ambos elementos están presentes en la poética de Proenza, autor de series tan reconocidas como Boscomanías, Manipulaciones y Los dioses escuchan, así como de un amplio número de piezas independientes de innegable carácter religioso.

Variaciones… recoge un amplio número de piezas abstractas y figurativas en las que el consagrado maestro holguinero aborda de forma anicónica programas iconográficos profundamente sedimentados en la tradición artística cristiano-católica occidental, o entremezcla obras y personajes renacentistas y románticos con los fundamentos visuales defendidos por el pintor francés Henri Matisse, uno de los padres del fovismo y figura cimera del arte vanguardista. En este sentido, la muestra conserva puntos de contacto con la trayectoria artística de Proenza y, al mismo tiempo, marca un punto de giro, por cuanto evidencia el interés del artista por explorar los presupuestos estéticos del arte moderno.

El impúdico Fauno Barberini, la esponjosa Bañista de Valpiçon, la Venus Anadiomena que inmortalizó a Sandro Boticelli, la Gran Odalisca de Ingres, el joven sentado a orillas del mar pintado por Hyppolite Flandrin y la Flora de Tiziano aparecen inmersos en los polícromos motivos fitomorfos trabajados por Matisse a lo largo de su carrera. Las enseñanzas del postimpresionismo (la perspectiva múltiple, el empleo arbitrario del color, la representación de objetos tomando como partida las formas geométricas puras) imperan en esos paisajes resueltos con notable sencillez. Incluso, Cosme ha respetado los errores de proporción y fluidez en el dibujo que caracteriza la estética de las Fieras, lo cual contrasta con el canon de belleza empleado por él hasta el momento.

Experiencias similares a Variaciones… encontramos en el arte cubano de los últimos tiempos. Por solo citar dos ejemplos, mencionaré las pinturas realizadas por Adigio Benítez a partir de los años noventa y la muestra Viaje al Paraíso presentada por Agustín Bejarano en la megaexposición Zona Franca durante la Duodécima Bienal de La Habana. Sin embargo, la propuesta de Cosme destaca ampliamente por su atipicidad y valentía, máxime si tenemos en cuenta que estas piezas defienden, en primer término, el derecho a explorar nuevos caminos que expresivos. Igualmente considero que el proyecto curatorial alcanzaría mayor cohesión si se hubiera prescindido de las piezas abstractas, las cuales pueden conformar una muestra independiente destinada a visibilizar con mayor profundidad una vertiente poco conocida de la trayectoria del maestro.