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Dulce María en la Loynaz

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El elogio oportuno que reclamaba el Maestro José Martí —ese que fomenta el mérito— lo merece, indudablemente, la labor desarrollada por Ediciones Loynaz, sello editorial creado en el año 1991 en la más occidental de las provincias cubanas: Pinar del Río.

Esta casa editorial no solo debe recibir el reconocimiento por su amplio y rico catálogo, que incluye más de 600 títulos en diversos géneros literarios, pertenecientes a autores de varias generaciones, estilos y tendencias, tanto pinareños como de todo el país y del mundo. Ediciones Loynaz también merece ese elogio oportuno por haberse dedicado a rescatar y publicar la obra, en verso y en prosa, de Dulce María Loynaz, para así convertirse en el sello editorial que, con mayor pasión, empeño y asiduidad, se ha preocupado y ocupado de tan valioso legado.

Dentro de ese significativo y variado catálogo loynaciano, recuerdo libros como Juegos de agua, Versos del agua y del amor, Poemas sin nombre, Fe de vida, Cartas a Julio Orlando, Cartas que no se extraviaron, Canto a la mujer y La palabra en el aire.

Dos recientes entregas, con la firma de una de las más relevantes voces de las letras de habla hispana del siglo XX, llegan a los lectores, gracias a los desvelos de Ediciones Loynaz: Carta de Egipto y Yo fui (feliz) en Cuba. Los días cubanos de la Infanta Eulalia.

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Carta de Egipto constituye la compilación de una carta enviada a su amiga Angelina de Miranda y un poema en formato epistolar escritos por Dulce María Loynaz en 1929. Imágenes: Cortesía del autor

En Carta de Egipto (Colección El Fausto, 2022, 36 pp.) aparecen dos textos relacionados con el viaje realizado al país africano por Dulce María Loynaz, junto a su madre María de las Mercedes Muñoz Sañudo y su hermana Flor, a fines de los años 20 de la pasada centuria.

El primero de los textos reunidos, que sirve de título a la entrega, inédito hasta la publicación de este cuaderno —en una primera edición en el año 2000—, es una carta dirigida a su amiga Angelina de Miranda, presumiblemente parte de un “Diario de viaje” destruido por la autora.

Revelador resulta volver ahora a la historia del Egipto de Cheops, recreada seis mil años después de ocurrida, contada mediante esa hermosa prosa marcada por el lirismo, la sensibilidad y la luminosidad que caracterizan el discurso loynaciano.

“Es casi un delicado juego poético, un encaje tejido en los más sutiles hilos de la fantasía”.

Comprobemos tal afirmación, con esta deslumbrante descripción del paisaje de la legendaria tierra de pirámides y faraones:

Estoy en un raro país hecho de arenas doradas y bosques de dátiles perfumados. El cielo es azul turquesa y el río desbordado se abre en abanicos de agua sobre la tierra caliente y suavísima.

Pájaros de plumas multicolores llenan el aire transparente y oloroso a naranjas…, barcas de velas color violeta y mástiles inclinados surcan el río hinchado y tumultuoso.

Allá lejos se alzan unas moles claras, son las pirámides, viejas y nobles, piedras que cuentan 6000 años de existencia.

El joven Rey Cheops se asomó al mirador de su palacio, 3864 años antes de Cristo, y miró en torno de él.

“Carta de Amor al Rey Tut-Ank-Amen”, el segundo de los textos agrupados, es ampliamente conocido: apareció originalmente, en 1938, en la revista habanera Grafos, y dos décadas más tarde se publicó en la capital española bajo el sello de la Colección Palma.

Esta es —para el crítico español Antonio Oliver Belmás— “la más desolada carta de amor sobre la tierra”, mientras que —en palabras de la propia Dulce María Loynaz— “es casi un delicado juego poético, un encaje tejido en los más sutiles hilos de la fantasía”.

Complementan y enriquecen esta edición, que se acompaña de una galería de imágenes y de varias opiniones sobre el poético texto, dos reveladoras introducciones, con la firma de la profesora María Dolores Ortiz y Aldo Martínez Malo, albacea de la escritora.

Autora de una amplia bibliografía, Dulce María Loynaz (La Habana, 1902-1997), poeta y narradora, ha publicado, entre otros títulos, el poemario Versos 1920-1938, la novela Jardín, el libro de viajes Un verano en Tenerife, el cuaderno de memorias Fe de vida y el epistolario Cartas a Julio Orlando.

Como reconocimiento a los altos valores de su producción literaria fue galardonada, por la obra de la vida, con el Premio Nacional de Literatura concedido en Cuba y con el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, otorgado en España.

La publicación de Yo fui (feliz) en Cuba. Los días cubanos de la Infanta Eulalia (Colección El Fausto, 2022, 52 pp.) —que ya tuvo ediciones en los años 1993 y 2003— permite descubrir varios textos poco conocidos de la autora, publicados por primera vez en la prensa cubana de la segunda mitad del siglo XX.

Entre el 29 de enero y el 5 de marzo de 1955, bajo el título “Crónicas de ayer”, aparecieron estos seis textos, que recrean la visita a Cuba, en mayo de 1893, de doña Eulalia de Borbón, Infanta de España, la primera representante de la realeza española en viajar a la isla.

Dulce María Loynaz explica los propósitos perseguidos por la Corona al enviar a la Infanta Eulalia, “mujer joven, inteligente y atractiva”, a la isla.

La escritora entrelaza, mediante una inteligente y cuidada narración, fragmentos de las crónicas que, en su época, reflejaron la estancia de la Infanta y su esposo don Antonio de Orleans en la capital cubana, con pasajes de las propias memorias de la ilustre integrante de la familia real.

Interesante es la reflexión de Dulce María Loynaz, en el texto que abre el cuaderno, titulado “La gran toilette de la Infanta” (29 de enero de 1955), en que explica los propósitos perseguidos por la Corona al enviar a la Infanta Eulalia, “mujer joven, inteligente y atractiva”, a la isla.

Enviaba España a su Infanta en momentos difíciles, en ruta erizada de escollos que solo una mujer encantadora, con gracia y sumo tacto podía sortear. Diremos en su honor que si bien ella no evitó ni podía evitar el curso histórico de los acontecimientos, no debe negarse que sí captó, durante el breve tiempo que estuvo entre nosotros, las simpatías populares, aún a sabiendas de que, prodigadas a su real persona, las tomaría para sí, la casa reinante de donde procedía.

El recibimiento a la distinguida visitante en el puerto capitalino; la abigarrada decoración del aposento que le preparara el Capitán General; los vestidos y joyas que exhibió en esos días habaneros y las fiestas y bailes organizados en su honor, son algunos de los temas que el lector conocerá en estas páginas.

yo fui feliz en cuba

El libro es una compilación de crónicas sobre la visita a Cuba de la Infanta Da. Eulalia de Borbón.

“El baile de los condes de Fernandina” (26 de febrero de 1955) y “Un fuego que se apaga” (5 de marzo de 1955) —las últimas crónicas del volumen—, acertadamente entrecruzadas en un logrado juego del tiempo y el espacio, revelan que estos textos son verdaderas joyas que ficcionan la realidad.

Carta de Egipto y Yo fui (feliz) en Cuba. Los días cubanos de la Infanta Eulalia, estos libros que publica Ediciones Loynaz, con textos rescatados del olvido, enriquecen, como deliciosos divertimentos para su tiempo y para el tiempo por venir, la obra legada por Dulce María Loynaz.

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