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Evocó Danza Contemporánea de Cuba la memoria de Camilo Saënz-Sanz

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La emblemática compañía Danza Contemporánea de Cuba (DCC), que dirige el maestro Miguel Iglesias, Premio Nacional de Danza, llevó días atrás a la sala «Avellaneda» del Teatro Nacional dos estrenos mundiales: Sacrificio, con coreografía de la artista Laura Ríos, y Polvo, palabras, sombras, nada, con coreografía del carismático artista George Céspedes, Premio del Certamen Iberoamericano de Coreografía «Alicia Alonso» 2002.

Completa el programa artístico la reposición de la obra Danza de amor que se fue, con coreografía del artista británico Billy Cowie, quien también compuso la obra y seleccionó las imágenes visuales, con textos del poeta, escritor y dramaturgo granadino, Federico García Lorca, en la voz de Clara García Fraile.

La obra Polvo… rindió tributo a la memoria del ilustre compositor, pianista y director de orquesta francés, Camille Saint-Saënz, ya que en 2021 el mundo evoca el centenario del lamentable deceso del eminente músico galo.

Los integrantes de DCC, con la excelencia artístico-profesional que los identifica en cualquier coliseo nacional o foráneo, demostraron con creces cuánto aman la vida y la obra de Saint Saënz, ya que bailan con el cuerpo, la mente y el alma, dominan con razón y emoción la técnica académica y la interpretación teatral, además de intelectualizar, espiritualizar y convertir los sentimientos y emociones en movimientos corporales en que se estructura el arte danzario en general, y la danza contemporánea en particular, 

Por otra parte, habría que reiterar el hecho de que la danza contemporánea deviene una realidad que fluye y refluye, como las olas de un mar apacible o bravío, dentro de lo inmóvil, y se hace movimiento físico que expresa emociones, pensamientos, vivencias, experiencias, contradicciones, entre otros estados subjetivos del yo. Al mismo tiempo, dicha disciplina artística se torna efímera y eterna, ya que procede de la esfera afectivo-espiritual, hacia la cual lleva a los danzantes, y los impulsa, con la misma fuerza que —según el genio martiano— «el huracán arrastra y destruye»; indicadores técnico-interpretativos que los bailarines han interiorizado e incorporado a su estilo único e irrepetible de danzar.

Disfrutar de ese espectáculo de DCC deviene una verdadera caricia a la sensibilidad humana de los fieles admiradores cubanos y extranjeros de esa manifestación artística, que la popular agrupación ha colocado en la cima de la montaña en el campo de la danza contemporánea, a escala universal, con apoyo en la poética y la estética que la han identificado desde hace más de seis décadas, cuando fuera fundada por el inolvidable maestro Ramiro Guerra (1922-2019), Premio Nacional de Danza. (Tomado de la UNEAC)

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