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José Martí renace en cada muestra de dignidad

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José Martí renace en cada muestra de dignidad

Fuente: Agencia Cubana de Noticias

Dos Ríos no era esa llanura limpia de hoy. Árboles de jatías, enredaderas y una tupida vegetación caracterizaban la zona. El río Contramaestre lucía más potente de lo habitual por las lluvias recientes.

Aquel 19 de mayo de 1895 sería un día marcado en la historia, una página dolorosa, de tiros y la pérdida física del principal organizador de la guerra.

Imaginemos esa jornada: los mambises deseosos de la victoria, luego de recibir una arenga tremenda de José Martí, a quien llamaban Presidente, la confianza por tener también entre ellos a Máximo Gómez, quien ya constituía una especie de leyenda por sus éxitos militares en la Guerra Grande.

Unos 800 españoles bien armados y dirigidos por José Ximenes de Sandoval, estratega de experiencia y calidad, estaban listos para el enfrentamiento; los insurrectos tuvieron que cruzar las aguas del Contramaestre para pelear, muchos de los cuales no lo consiguieron; Gómez dispuesto a su primera batalla en la nueva contienda.

El primer ataque de los cubanos resultó infructuoso, otro intento…, descargas cerradas de los colonialistas. Al final, los enemigos sufrieron cinco muertes y los cubanos solo una, pero demasiado dolorosa, porque apagó el corazón físico de la persona capaz de limar asperezas, emocionar, enamorar y convencer con su verbo y acciones, el hombre sin temores al combate ni la muerte, que se convirtió en Apóstol de la Independencia.

Recordamos que apenas un día antes escribió una carta inconclusa a su amigo Manuel Mercado, en la cual reconoció estar todos los días en peligro de dar su vida por su país, y su deber.

La dignidad y el ímpetu de Martí, corajudo no solo en las letras, y su actuar consecuente con las palabras de valor, lucha y amor a Cuba, le impedían quedarse en la retaguardia.

Dos Ríos, la llanura y los árboles, casi todo el lugar repleto de humo blanco por los disparos de los peninsulares. Un patriota con saco negro, revólver en mano y sobre caballo blanco, sin miedo.

El sonido ensordecedor, las balas surcando el aire se concentraron en el ángulo donde estaba José Julián, el hijo de Leonor y Mariano, el padre de José Francisco, el patriota total. El combatiente, el ser humano, cae al suelo, apenas 38 días después de volver a su Patria.

Luego otras escenas también estremecedoras: el cuerpo en manos del enemigo, los insurrectos intentando rescatarlo pero no pueden, el cadáver es enterrado por primera vez en Remanganagua, lo extraen luego y llevan hacia Santiago de Cuba.

Dejo de teclear durante unos segundos. Me recuesto en el espaldar de la silla…. Prefiero imaginarlo otra vez con la pluma o el revólver, redactando o disparando, y en la conquista de aparentes utopías.

Los jóvenes y adultos de hoy debemos ir de manera permanente a sus textos, navegar en sus pensamientos y aprehender, porque el autor de obras como Abdala, El Presidio Político en Cuba, La Edad de Oro y Nuestra América, el creador del Partido Revolucionario Cubano, es manantial de esencias y fortalezas.

En Dos Ríos, se levanta un obelisco, pero el más grande, el infinito, deberá estar siempre en el alma de los cubanos, en el cariño, la admiración y el agradecimiento de los nacidos en este archipiélago a quien continúa con su ejemplo en los campos y ciudades.

Lo observo, siento disparos…, pero él sigue de manera impetuosa, renace en cada éxito y muestra de dignidad del pueblo.

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