Por Adalys Pérez Suárez
Fuente: Cubarte
Con tres interesantes propuestas ha iniciado el actual año el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño (CPAPD), fiel a la promoción del talento emergente, desde que fuera inaugurado hace 37 años en la Casa del Conde Barreto, vieja mansión colonial ubicada en la intersección de las calles Luz y Oficios, en La Habana Vieja.
En la Sala Polivalente, a la que se accede desde el exterior del inmueble, el público puede visitar por estos días una muestra personal de Arturo Wong Longchong, médico de profesión que ha encontrado en la pintura un modo de expresar la incesante búsqueda que signa la existencia del ser humano.
Caos contenido es el título de la muestra, en la que el artista propone en quince lienzos de pequeño y mediano formatos una mirada introspectiva al propio ser y al modo en que la naturaleza se expresa, cerrando y abriendo oportunidades en una especie de laberintos inspirados en la Teoría del Caos, en lo que a lo impredecible del comportamiento en ciertos sistemas dinámicos se refiere, como lo es la propia sociedad.
En la Sala Transitoria, ubicada a la entrada de la planta baja del CPAPD, expone por estos días Denise Bárbara Domínguez con la serie Yo soy Ágata, en la cual la arquitecta, devenida artista de la plástica, desarrolla desde la visualidad de sus obras una serie de narraciones, en las que se reitera como personaje protagónico de estos dibujos en técnica mixta sobre lienzo, madera y cartulina.
Es su interactuar con vecinos, mascotas y familiares, siempre desde el ángulo de la solidaridad y de una comunicación lograda hasta con los animales de compañía, el que se plasma en composiciones que resuman cierta atmósfera onírica emparentada con el realismo mágico, desde la cual eleva un canto a los vínculos filiales, a la solidaridad, al mejoramiento humano.
En tanto en la Sala Barreto del segundo nivel, la más amplia de la institución, el público puede apreciar una muestra personal de Yoel Mayor, fotógrafo que nos acerca en una treintena de imágenes a escenas cotidianas de La Habana, en las que la composición y el meritorio uso de la luz dan realce a un estilo que se caracteriza por el minimalismo y un discreto empleo del color.
Cuentapropistas, Djs, interiores de humildísimos hogares, trabajadores en la sencillez de sus rutinas nos atrapan desde las cartulinas que, emplazadas directamente en las paredes y carentes de cualquier tipo de protección, nos ponen a recorrer anónimos rincones de esta Habana, ciudad donde el artista ha participado en varias exposiciones y obtenido en 2015 una mención en el Salón de Fotografía del Cuerpo de 2015.
