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Que siempreviva la cultura cubana

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Que siempreviva la cultura cubana

Por: Jennifer Milián Duany

“Esta revista es un beso a Pablo Armando Fernández”, así definió el número 26 de La Siempreviva su director, el poeta y narrador Reynaldo González.

En presencia del ministro de Cultura Abel Prieto Jiménez  y de Juan Carlos Santana, vicepresidente del Instituto Cubano del Libro, fue puesta a disposición del lector La Siempreviva, una publicación especializada en el quehacer literario. Oportunidad en la que además se disfrutó de la sonoridad del destacado saxofonista César López.

Esta nueva entrega, que tuvo lugar este miércoles en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, incluye dos valiosos dossiers. El primero de ellos, “Suite para Pablo Armando”, contiene fragmentos de textos críticos y poéticos dedicados al escritor con anterioridad, salidos de la pluma de Eugenio Florit, Cintio Vitier, Raúl Roa, José Agustín Goytisolo, Mario Benedetti, Margarita Mateo y otros grandes de la literatura cubana y universal. Del mismo modo, el dossier incorpora contribuciones elaboradas expresamente para este homenaje.

“Pablo Armando siempre ha sido la encarnación de ese pez metafórico que salta de nuestras manos cada vez que tratamos de atraparlo e inmovilizarlo en los límites de un recuerdo, de una anécdota”, expresó Ambrosio Fornet del autor de Los niños se despiden.

A las páginas de La Siempreviva se suman varios textos del poeta José Manuel Poveda, olvidados en publicaciones seriadas de Santiago de Cuba. La nueva sección “Documentos” nos muestra un recorrido por el imaginario del Nuevo Mundo a través de un ensayo sobre la crónica Sumario de la Natural Historia de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo. Además, el presente número trae parte de la literatura actual de la mano de autores que ya se inscriben en el repertorio literario contemporáneo de Cuba.

Con motivo de los 50 años de Paradiso, de José Lezama Lima, La Siempreviva ha preparado un segundo dossier, “Llama(do) Lezama”, que pone fin a la celebración por el cincuentenario de la novela, iniciado en el número 23-24 de la revista. Al vastísimo imaginario lezamiano y a sus vivencias personales son dedicados varios trabajos de Emil Volek, César A. Salgado y el propio Pablo Armando Fernández.

La oposición radical en cuanto a los conceptos de cubanía, isla o quehacer intelectual, y la rivalidad que existió entre Lezama Lima y Virgilio Piñera son abordadas en el artículo “Piñazos y zalemas: Virgilio y Lezama truecan puños y poemas”, de César A. Salgado. Si para Virgilio vivir en una isla significaba “la maldita circunstancia del agua por todas partes”, para Lezama era “una fiesta innombrable”. Las diferencias –zanjadas unas veces, irreconciliables otras– entre ambos y “la maledicencia de esta rivalidad los llevó hasta el cómico punto de caerse a piñazos durante un encuentro en el Lyceum de La Habana en junio de 1943”, relata Salgado.

“Con Lezama se aprendía a amar a Cuba. A mí me gustaría que en las escuelas y universidades se enseñara a amar a Cuba”, expresó Reynaldo González y concluyó: “Con esta pasión por Cuba yo dirijo la revista”.

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