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Sonido jazzístico desde La Habana

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Sonido jazzístico desde La Habana

Raquel Marrero Yanes

Compartir la noche del 30 de abril, Día Internacional del Jazz, con  música de un siglo de existencia, más que disfrutar, fue ver a jazzistas del mundo convertirse en fuerza universal a favor de la paz, el dialogo y la unidad, sin importar fronteras, distancias o diferencias.

Músicos todos estrellas, que quizás no se conozcan entre sí, se dieron cita en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, para compartir escena y comunicarse mediante la belleza y la pasión del Jazz.

Al introducir la gala, que contó con la presencia de Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y Abel Prieto, ministro de Cultura, el Presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, Miguel Barnet, señaló que “mientras algunos baten los tambores de la guerra, aquí, ahora y en muchas partes solo habrá oídos para escuchar los tambores que nos invitan a la convivencia y la solidaridad, a la concordia y el entendimiento”.

Desde el escenario no solo se escuchó música, también, la Sr. Irina Bokova, Directora General de la Oficina de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el compositor Quincy Jones, invitado especial a la cita, coincidieron en que “no hay lugar mejor que Cuba para unirse y trasmitir desde el Jazz, un mensaje de paz al mundo”.

En la gala auspiciada por la UNESCO, el Instituto estadounidense Thelonious Monk y el de la Música de Cuba, no solo se disfrutó del jazz, sino también música cubana como la inmortal pieza Manteca de Chano Pozo, que abrió el concierto, en el que resultó impresionante la ovación con que se recibió al anfitrión, Will Smith, reconocido actor.

Impresionante la interpretación de los maestros Chucho Valdés y Gonzalo Rubalcaba, toda una exquisitez a dos pianos. También, a Ivan Lins cantando Cuba Soberana, y la excelente cantante Cassandra Wilson, la vocalista coreana Youn Sun Nah interpretando Bésame mucho y del flautista Orlando Valle Maraca con su grupo, con una obra denominada Nueva era, escrita para la ocasión.

Se escuchó a  Christian Sands, Roberto Fonseca; los trompetistas Till Brönner, Yasek Manzano; el tresero Pancho Amat, los saxofonistas Igor Butman, Germán Velazco, Kenny Garret, César López; los bajistas Ben Williams, Marcus Miller, Jorge Reyes; los bateristas Antonio Sánchez, Oliver Valdés; al guitarrista Emilio Martini y el violinista William Roblejo.

De Estados Unidos llegaron el cantante Kurt Elling, los saxofonistas Kenny Garret y Antonio Hart, el baterista Carl Allen, los bajistas Marcus Miller y Ben Williams, el pianista Christian Sands, la vocalista Cassandra Wilson y hasta el legendario productor Quincy Jones subió a la escena a animar el espectáculo.

Igualmente, se unieron a la celebración el pianista libanés Tarek Yamani y el tunecino Dhafer Youssef, laúd en mano y su tradicional sonido del mediterráneo.

Por el escenario pasaron además la saxofonista chilena Melissa Aldana, el guitarrista francés Marc Antoine, el cantante y bajista camerunés Richard Bona, el pianista chino A Bu, el trompetista alemán Till Bronner y el japonés Takuya Kuroda.

La Habana es una de las ciudades más inspiradoras del planeta, exclamó desde el escenario el pianista estadounidense Herbie Hancock, luego de tocar el piano y presentar a los cubanos Chucho Valdés y Gonzalo Rubalcaba, calificados como dos de los mejores pianistas de jazz de todos los tiempos, quienes derrocharon un lirismo hechizante al interpretar en sendos pianos el Blue Monk, en homenaje al norteamericano Thelonious Monk.

Aunque la oportunidad—sabemos—,no fue para todos los que desearían estar dentro del antiguo y remozado teatro, quienes disfrutaron del espectáculo en vivo o por transmisión, le sobran razones para comprender que fue un momento de absoluta belleza en que todo fluyó, espíritu, sabiduría y una elegancia sorprendente.

Así sucedió con la presentación de Imagine de John Lennon que unió las voces de todos para cerrar la sexta edición del Día Internacional del Jazz. Oportunidad en la que el jazzman Bobby Carcassés  versionó a ritmo de Jazz la Guantanamera.

Sin dudas, sabemos que este 30 de abril ha enardecido el espíritu y tranquilizado el alma de millones de seguidores que encuentran valor, empoderamiento y liberación en este género musical que permite  utilizar su ética como instrumento diplomático para unir a los ciudadanos del mundo, porque como lo auguraron los organizadores, la gala fue “un gran laboratorio musical, un concierto inolvidable”.

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