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Don Fernando Ortiz y la Cultura cubana

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El Coloquio Internacional dedicado al antropólogo, jurista, arqueólogo y periodista, Fernando Ortiz, rememoró recientemente en Cuba el Aniversario 140 de su natalicio con la presencia del etnólogo e intelectual, Miguel Barnet.

La cita online, propició el debate en torno a diversas temáticas como la transculturación, las metáforas de la cubanidad y el antirracismo en la nación caribeña.

En sus palabras, Barnet resaltó que “Ortiz penetró en la selva oscura y escamoteada de la historia. Fue allí, donde el acceso era casi infranqueable por los prejuicios que una visión hegemónica imponía y rescató una cultura invaluable que es ya parte esencial de nuestro corpus identitario.

Sobre el legado del multifacético investigador recordó que presidió la Institución hispanocubana de Cultura, integró la dirección de la Sociedad Económica de Amigos del País, las Sociedades del Folklore Cubano, en tanto fue gestor de las revistas más importantes de su época, entre estas, Estudios Afrocubanos, Bimestre y Ultra.

La Fundación Fernando Ortiz no es una capilla donde se venera o se cuida con devoción una reliquia. Es un laboratorio de ideas y proyectos que honran el legado que este sabio cubano nos dejó, aseveró el artífice de la institución que lleva el nombre del más importante científico social del país.

El primer coloquio virtual en homenaje a la obra de uno de los grandes gigantes de la historia de la cultura hispanoamericana contó con el auspicio de la Universidad José Martí de Latinoamérica, con sede en Mérida, México.

Fernando Ortiz nació el 16 de julio de 1881 y es llamado el Tercer Descubridor de Cuba; pero, verdaderamente es el primer descubridor de la cultura cubana.

Testigo y participante excepcional del desarrollo de la cultura cubana, una especie de “Don Quijote” americano, humanista y visionario. Tuvo el raro privilegio de asistir a nuestros tres movimientos históricos: colonia, república mediatizada y revolución de 1959.

Miguel Barnet considera que Fernando Ortiz no ha sido suficientemente difundido, a pesar de tratarse de un intelectual progresista, de la vanguardia cultural cubana.

En las notas de “Pórtico”, Roberto Fernández Retamar manifestó que todavía hay que bregar para que Ortiz se reconozca en sus teorías. “Ortiz es la mejor bandera de la transculturación que todavía no ha terminado. El ajiaco está bullendo en el caldero que sigue abierto”.

Su meta última fue abarcar el sentido cabal de lo cubano como crisol de África, Europa y Asia.

Para enfrentar tal empresa Ortiz se hizo etnógrafo, etnólogo, lingüista, sociólogo, etnomusicólogo. Licenciado en Derecho, profesor universitario, presidió la Sección de Educación de la Sociedad Económica de Amigos del País, fue representante a la Cámara en el Partido Liberal, presidente de la Sociedad de Folklore Cubano, presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País. Fundó la revista Ultra, la Sociedad de Estudios Afrocubanos. Creó y dirigió el Instituto Internacional de Estudios Afrocubanos, además de presidir el Instituto Cultural Cubano-Soviético.

Con las más eficaces herramientas posibles y los cargos de alto nivel que ejerció, defendió lo más auténtico de la cultura cubana y especialmente de la música y la danza.

Como escribió Argeliers León: “Aquellas rutas comparativas las trazaba Ortiz para señalar similitudes en las funciones sociales en que por siempre ha estado la música, y esto fue una noción que le preocupó demostrar y evidenciar, de cómo la música está inserta en determinados complejos sociales que creaba el hombre de todas las épocas y en todas las latitudes. Ortiz determinó un carácter nacional que llegó a generalizar en la noción de lo afrocubano, vocablo que le quedó muy preciso para designar una música que el africano tuvo que recrear en Cuba. Afrocubano es un término que aún tiene mucho que decirnos, y en mucha mayor cuantía, la obra toda de Fernando Ortiz”.

Apenas regresé de España –cuenta Ortiz- me puse a estudiar la vida cubana y enseguida me salió al paso la herencia africana. Era natural que así fuera. “Sin el mundo africano, Cuba no sería Cuba. Era preciso estudiar ese factor integrante de la cultura”.

Ortiz estaba consciente de que en Cuba no hay una cultura, sino varias. “Todo individuo tiene su cultura, más o menos poderosa, para su lucha por la vida. Todo pueblo también tiene su cultura propia en la cual están insertas y vinculadas las culturas individuales y las relaciones sociales que dan cohesión y organicidad al grupo humano, dotándolo de una fuerza colectiva para la vida común. La cultura no es un lujo, sino una necesidad; no una contemplación, sino una energía; no un narcisismo eunucoide y estéril, sino una cooperación copulatoria de creaciones”, diría en una entrevista al reconocido periodista Luis Báez.

La obra de Ortiz es un tesoro cultural a donde acudir en la solución de planteamientos de la cultura y la nacionalidad, temas tan vidriosos a la hora de definirlos.

En su artículo sobre la Cubanidad, Ortiz consideró que “la cubanía es conciencia, voluntad y raíz de patria, surgió primero entre las gentes aquí nacidas y crecidas, sin retorno, ni retiro, con el alma arraigada a la tierra. La cubanía fue brotada desde abajo y no llovida desde arriba. No desmayéis en su estudio. En ello os va la vida”.

Fuente: Sitio de la UNEAC

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